martes, 24 de noviembre de 2015

TEMOR RAZÓN Y EMOCIÓN


                                              "El miedo es una experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y culturalmente compartida".




Palabras clave: miedo, temor, dolor, emoción, sentimiento.

El miedo es un proceso interno que produce signos externos, las reacciones fisiológicas son diversas: por ejemplo, la etiología animal lo reconoce como una emoción necesaria para la superviviencia, útil como precaución y prevención. Desde el punto de vista psicoanalítico, el miedo se dirige a un objeto determinado y puede ser simbolizado si tiene representación. La sensación de miedo varía según la confianza que se tenga en la posibilidad de controlarlo.
El miedo es una emoción recurrente en nuestro paso por el mundo, ha dejado marcas en el arte, la política, la filosofía y la religión. El temor a la propia muerte o a la de los seres queridos, a la miseria, a la enfermedad o al dolor, sin embargo, muchos miedos han mutado a lo largo de la historia debido al dominio de la naturaleza por el ser humano. La historia del miedo en la humanidad nos dice que en el pasado era atributo de los pobres, y contribuía a legitimar su dominación y sin embargo, el temor al crimen no se destaca entre los miedos presentes en esos tiempos. Con el nacimiento de la burguesía urbana y el incremento de la esperanza de vida se revaloriza la seguridad de los cuerpos y se tomaban nuevas medidas para proteger los bienes; así, el delito se transformó en un acto entre desconocidos donde el cuerpo del otro era sobre todo un obstáculo para obtener un bien deseado. La preocupación comenzó a dirigirse a la potencial insurrección de los pobres y se convirtió en una de las formas de oposición entre proletariado y burguesía. Un nuevo temor surgía, el temor a los desmanes ligados a la pobreza que transmutó en la amenaza de una clase revolucionaria organizada, a la par, el delito se convirtió en una "enfermedad del cuerpo social" pasando de una patología individual a una colectiva. Ya en la década de los ochenta el aumento del delito urbano y el sentimiento de inseguridad se transforma en un problema público. La nueva experiencia cultural del delito, "es hablar de un tejido compacto que entrelaza mentalidades y sensibilidades colectivas y una serie de términos que las representan públicamente, es decir, una red cultural que está incorporada a formas específicas de vida y que, por esta razón, se resiste a la alteración deliberada y tarda en cambiar" (Garland, 2005). Otro rasgo cultural naciente es la centralidad de las víctimas, en donde "el nuevo imperativo político era que las víctimas debían ser protegidas, sus voces, escuchadas; su memoria, respetada; su ira, expresada, y sus miedos, atendidos. Cualquier demostración de compasión hacia quien cometió un delito, la mención de sus derechos o el esfuerzo por humanizar el castigo son tildados como insultos a las víctimas. En América Latina, el miedo se relacionaría con proyectos de futuro incautados, con la privatización, el individualismo, el silencio y la inhibición de los vínculos sociales. Norbert Lechner (1990) distingue tres dimensiones de la inseguridad: el miedo al otro como potencial agresor, a la exclusión económica y social y al sinsentido de una situación que se considera fuera de control. Estudios realizados en Argentina en zonas urbanas concluyen que los miedos sociales llevan a los individuos a buscar refugio en grupos de una cohesión asfixiante, sin margen para la disidencia. Mientra que estudios sobre la cultura del miedo critican a los medios, a los políticos e incluso a los intelectuales por presentar de forma sensacionalista crímenes, enfermedades, drogas y otros problemas sociales que provocan fascinación y paranoia en la sociedad, algunos llegan a la conclusión de que el miedo es un recurso intencionalmente manipulado por motivos económicos, políticos o étnicos.
El miedo al crimen como campo de investigación puede llevarse a cabo a través de encuestas de victimización que incluya preguntas sobre el temor al delito y la percepción de la probabilidad de ser victimizado que puedan compararse internacionalmente y llegar a estimar el temor de distintos grupos y categorías sociales. Estudios estiman que el miedo puede incrementarse aun cuando el delito esté disminuyendo y, aquellos que a simple vista tienen menos riesgos de sufrir un delito, las mujeres y los ancianos, así, temor, riesgo, control y disciplinamiento se potenciarían recíprocamente. Por otra parte, en una sociedad democrática, el miedo al crimen instalado como problema público no favorece al poder público, sino que lo damnifica. Por lo que se trata de aceptar la existencia de procesos del sentimiento de inseguridad que incorporan las representaciones ligadas al delito dentro de una trama de sentido mayor.
El sentimiento de inseguridad incluye emociones suscitadas al delito como la ira, la indignación o la impotencia y las vincula con acciones individuales y colectivas. Las emociones se conciben, por tanto, como parte de una representación del mundo social y se rechaza la oposición clásica entre razón y emoción para pensarlas interrelacionadas. En relación con el delito, los modos específicos de caracterizarlo son proyecciones de las preocupaciones sociales más profundas de cada época. La oposición entre razón y emoción ha contribuido también a que cada una fuera considerada en forma excluyente, el miedo sería la causa de una determinada actitud, una variable independiente con capacidad para explicar el comportamiento. Hay cierto consenso social acerca de lo que es legítimamente temible, se comparte el juicio de que tales hechos o sujetos suponen algún peligro, aunque tales juicios son cambiantes y nadie duda de su aspecto sociocultural, de este modo, sentimientos como el de inseguridad se va construyendo y modificando mediante interacciones y negociaciones interpersonales. Y si bien, el miedo es culturalmente compartido no equivale a afirmar que sea homogéneo. El miedo al delito sería entonces un tipo particular de emoción y parte de la extensión del sentimiento de inseguridad se debe al incesante trabajo de decodificar, en la vida cotidiana, signos que permitan diferenciar lo amenazante de lo seguro.

A través de esta lectura podemos darnos una idea de cómo se puede estudiar el miedo, primeramente intenté ordenar las ideas centrales del texto, no siguiendo el orden que originalmente planteó el autor, esto con la intensión, primeramente, de tratar de definir lo que es el miedo. Así, el miedo se puede determinar desde una concepción etiológica, psicoanalítica o sociológica. El conocer como ha sido el proceso de transformación de a lo que le tememos, nos da muestra también de los cambios socioculturales, tecnológicos, políticos y económicos de la humanidad y nos es importante para identificar su estudio dependiendo del contexto en el que se este estudiando. Y aunque el sentimiento del miedo es individual, al ser una cuestión social, todos los determinantes sociales deben analizarse para su estudio, de igual manera, no se debe menospreciar ni dejar de lado la cultura en donde el miedo está presente.

Debo de confesar que esta lectura aunque muy interesante implica tener que leerla con detenimiento y haciendo pausas para poder digerir lo que se plantea en cada párrafo, es, en parte la razón por la que la entrego a destiempo, pude relacionar gran parte del contenido con sucesos de la cotidianidad, por ejemplo, cuando se plantea que el miedo es usado como medio político de dominación, y ahí están casos que van desde el chupacabras, la "epidemia" del AH1N1 que alertó a la población de México en el 2009, hasta las alertas de viajar a Acapulco por miedo a la inseguridad,entre otras. Así mismo los cambios sociales que trajo consigo la modernidad y el modo de producción y su impacto en las relaciones sociales. Y finalmente, en la actualidad cuales son las características que presenta el miedo como un sentimiento social.          

Punitivismo: Tasas de encarcelamiento
Azuzar: Irritar, estimular

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