Palabras clave: sociedad, cerebro, pensar,
lenguaje, realidad, cultura, dicotomía
“Uno dice que piensa con el cerebro” así
empieza esta lectura en donde se hace un recorrido histórico de cómo llegamos a
esta aseveración que desde hace dos siglos los neurocientíficos han propagado
insistentemente. Todo comienza con Franz Joseph Gall padre de la frenología. Le
siguió Paul Broca quien relacionó las partes del cerebro con las conductas
humanas. Y si bien las neurociencias nos dicen con qué pensamos, nadie puede
acertar en qué estamos pensando. Así, en el siglo XVI la cabeza comienza a ser
sinónimo de talento “pero no porque tenga un cerebro adentro, sino porque el
que la trae es el que manda y eso lo hace parecer inteligente” (Fernández,
2004) .
Más adelante Wolfgang Kohler lo cuestionó, pues uno también puede pensar con
las manos, con los pies o que tal las personas que piensan con el olfato o con
la vista; es decir uno puede pensar con los sentidos, hacer un puente entre los
ojos y las imágenes es pensar.
Durante el siglo XVIII se pone de moda la
noción del “genio” y a partir del siglo XIX la idea del hombre individualista
se concreta, sin embargo, aunque uno es dueño de su cabeza y de sus
pensamientos, “quien piensa con el lenguaje, con los objetos, con el tiempo y
con el espacio es la sociedad.” Pero la sociedad no tiene cerebro, no es
inteligente, porque el pensamiento es un acto afectivo, cálido y cercano pero
impreciso. Pensar, es atender, ser atento, estar interesado en algo o en
alguien, pensar significa construir una imagen, que tiene una forma y no una
lógica. Por lo que la racionalidad no puede moverse sin un motivo, es decir, el
pensamiento no puede moverse sin una emoción.
Por otro lado, aquello en lo que pensamos,
dice Fernández, se llama realidad; que es lo que está entre el lenguaje, los
objetos, el tiempo y el espacio; y dado lo anterior, la realidad es la sociedad
misma y viceversa. “La sociedad se hace de ir conociendo la realidad, pero la
realidad está hecho de ese conocimiento.” (Fernández, 2004)
Con el avance de la modernidad, se
dicotomiza el mundo en espíritu y materia, se racionaliza el pensamiento: el
conocimiento y la realidad se vuelven mundos separados, por lo que queda un
hueco entre ambos que se refleja en un vacío de la vida, la falta de sentido de
la sociedad y de un significado de sus gentes y los pensamientos se fragmentan,
la sociedad se fragmenta. La cultura, en cambio, parecía que los unía pues “la
cultura es aquello dentro de lo cual vivimos, con lo cual pensamos y sentimos”,
es aquello que da “motivos y razones para la vida y que cierra la grieta
abierta entre lo material y lo espiritual” (Fernández, 2004). En otras palabras, la cultura es la sociedad cuando no está separada de la
realidad.
La lectura me hizo reflexionar acerca de
qué tan social es el ser humano, y más bien creo que es un ser semigregario, que
no ha podido establecer una sociedad como la de las abejas ni una como la de
las hormigas, por lo que hoy difiero
en que la “sociedad humana” pueda ser estudiada como un organismo (persona), a lo mucho
pudiera ser estudiada como una forma de organización, con el riesgo de que
exista una organización que en exceso propicie una uniformidad tal que convierta
a hombres y mujeres en autómatas, desindividualizando a las personas de tal
manera que supriman la creatividad y las aspiraciones de libertad. Por otro
lado, si fueran cien por ciento ciertas las aseveraciones de que el ser humano
es producto de la sociedad, las individualidades de cada ser humano se
minimizan, por lo que pudiese ser usado sin ninguna ética social como una forma
de acondicionamiento con fines de lucro, tal como lo afirmaba Pavlov,
propiciando una sociedad uniformada, que derive en una servidumbre.
La ciencia, es otra forma de querer
unificar aquello que por naturaleza es multiparticular, por lo que creo que se ha dicotomizado el mundo en espíritu
(aquello que no podemos explicar) y materia (aquello que se puede probar y
comprobar) y no importa los esfuerzos, la cultura no ha permitido ni permitirá esta
disolución.
Trepanar: Hacer una o más perforaciones o ranuras,
con fines médicos o industriales. Uso: se aplica especialmente al acto de
horadar huesos del cráneo en Medicina.
Frenología: Teoría médica del siglo xix según la cual
cada instinto o facultad mental radica en una zona precisa del cerebro que se
corresponde con un determinado relieve del cráneo.
Talante: 1) Disposición o manera de hacer algo.
2) Disposición natural del ánimo o manera de ser de una persona.
Mónadas: unidad
Homo faber: es una
locución latina que significa "el hombre que hace o fabrica". Se usa
principalmente en contraposición a Homo sapiens.
Fernández, P. (2004). La Sociedad Mental. Anthropos
Editorial. Obtenido de
https://drive.google.com/folderview?id=0B1uXtE_7L5k3fjBhc2tZN1NQQUJ1OURFZkJGbUZySHR0T2VobHJvWFFWN2lMZ3pNd0M2LW8&usp=sharing&tid=0B1uXtE_7L5k3fmN6MXN4b2VuSVlPTXpfQkZLSmY5S3VNS2dMVWxaelFqTTRuNjFuRVVObjQ
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