lunes, 7 de diciembre de 2015

REFLEXIÓN FINAL



En este taller (no clase) dejamos de ser alumnos (como sinónimo de "no-iluminados") para ser estudiantes cooparticipes en el proceso de aprendizaje-enseñanza. Al inicio nos costo trabajo romper con ciertos estereotipos en que nos hemos ido formando como personas receptivas y pasivas a la información expuesta por el docente, lo que implicó un compromiso implícito ante el grupo más que ante el profesor. Reaprendí una manera de aprender en la reflexión de las lecturas y relacionarlas con los sucesos cotidianos que nos atañen a todos como sociedad, dejando de lado la teoría que se acostumbra memorizar y demostrar en un examen, aprendí a través del diálogo con los compañeros del grupo a escuchar y construir un nuevo pensamiento con sus opiniones. Me dí cuenta de mi forma de hablar y sobre todo de escribir en tercera persona como modo de desvincularme con todo aquello que puede mostrarme vulnerable. He practicado la escritura para mí, no para buscar una calificación sino para interiorizar los conocimientos, aunque debo confesar que tengo aún inscrito que la lectura es unilateral y me cuesta trabajo dialogar con el autor del texto, me cuesta trabajo aún cuestionarlo.

Como grupo formado por estudiantes de diferentes disciplinas logramos analizar lecturas, reflexionar sobre emociones individuales y colectivas, sobre hechos sociales, políticos pero sobre todo humanos, desde perspectivas diferentes, con visiones que en veces antagonizaban y otras coincidían, pero la mayoría se complementaban, co-construimos conocimientos a través de aplicar estrategías que tienen que ver con esa dialéctica que conforme fue avanzando el tiempo se convirtió en habilidades dialógicas que nos permitieron tener una estructura grupal real.

Poco (casi nada) comente en los blogs de los compañeros aunque si los leí, algunas reflexiones de sus lecturas me sirvieron para entenderlas desde otra perspectiva, por ejemplo, la primera, la de La Sociedad Mental, me costó mucho trabajo entenderla, cuando el profesor la comentó revisé otros blogs para darle otro significado.

Cada actividad realizada tuvo en mi un impacto genuino. Así, la visita al Museo de Arte Contemporáneo para presenciar la obra de Lorena Wolffer fue un punto de partida para evidenciar aquello que hemos normalizado, para participar en un evento no organizado por el profesor, para vislumbrar trabajos de intervención que generan cambios en la forma de pensar de las personas, para escuchar de voz propia a un artista hablando desde la institucionalidad y criticándola también.

En el Encuentro de Solidaridad "In Memoria para Martha Karina Torres Jorge", reconocí el dolor en el otro, en primera voz, escuchar a Mayra Jorge, me movió sentimientos encontrados, principalmente el de no querer que otra vez se repita algo similar.

Este grupo tiene muchas potencialidades, entre ellos el de la cooperación y organización para llevar a cabo proyectos que puedan generar un impacto en la comunidad, hemos logrado un vínculo que va más allá del aula de clases y un compromiso ante nosotros mismos y ante el grupo que no va mediado por un número en una boleta. Esa apertura que hemos logrado para plantarnos en la "carrera" del otro nos permite discutir y abordar problemas sociales desde una forma multidisciplinaria.

En este grupo aún les queda mucho por hacer a los jóvenes y a nosotros los no tan jóvenes también.

martes, 24 de noviembre de 2015

TEMOR RAZÓN Y EMOCIÓN


                                              "El miedo es una experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y culturalmente compartida".




Palabras clave: miedo, temor, dolor, emoción, sentimiento.

El miedo es un proceso interno que produce signos externos, las reacciones fisiológicas son diversas: por ejemplo, la etiología animal lo reconoce como una emoción necesaria para la superviviencia, útil como precaución y prevención. Desde el punto de vista psicoanalítico, el miedo se dirige a un objeto determinado y puede ser simbolizado si tiene representación. La sensación de miedo varía según la confianza que se tenga en la posibilidad de controlarlo.
El miedo es una emoción recurrente en nuestro paso por el mundo, ha dejado marcas en el arte, la política, la filosofía y la religión. El temor a la propia muerte o a la de los seres queridos, a la miseria, a la enfermedad o al dolor, sin embargo, muchos miedos han mutado a lo largo de la historia debido al dominio de la naturaleza por el ser humano. La historia del miedo en la humanidad nos dice que en el pasado era atributo de los pobres, y contribuía a legitimar su dominación y sin embargo, el temor al crimen no se destaca entre los miedos presentes en esos tiempos. Con el nacimiento de la burguesía urbana y el incremento de la esperanza de vida se revaloriza la seguridad de los cuerpos y se tomaban nuevas medidas para proteger los bienes; así, el delito se transformó en un acto entre desconocidos donde el cuerpo del otro era sobre todo un obstáculo para obtener un bien deseado. La preocupación comenzó a dirigirse a la potencial insurrección de los pobres y se convirtió en una de las formas de oposición entre proletariado y burguesía. Un nuevo temor surgía, el temor a los desmanes ligados a la pobreza que transmutó en la amenaza de una clase revolucionaria organizada, a la par, el delito se convirtió en una "enfermedad del cuerpo social" pasando de una patología individual a una colectiva. Ya en la década de los ochenta el aumento del delito urbano y el sentimiento de inseguridad se transforma en un problema público. La nueva experiencia cultural del delito, "es hablar de un tejido compacto que entrelaza mentalidades y sensibilidades colectivas y una serie de términos que las representan públicamente, es decir, una red cultural que está incorporada a formas específicas de vida y que, por esta razón, se resiste a la alteración deliberada y tarda en cambiar" (Garland, 2005). Otro rasgo cultural naciente es la centralidad de las víctimas, en donde "el nuevo imperativo político era que las víctimas debían ser protegidas, sus voces, escuchadas; su memoria, respetada; su ira, expresada, y sus miedos, atendidos. Cualquier demostración de compasión hacia quien cometió un delito, la mención de sus derechos o el esfuerzo por humanizar el castigo son tildados como insultos a las víctimas. En América Latina, el miedo se relacionaría con proyectos de futuro incautados, con la privatización, el individualismo, el silencio y la inhibición de los vínculos sociales. Norbert Lechner (1990) distingue tres dimensiones de la inseguridad: el miedo al otro como potencial agresor, a la exclusión económica y social y al sinsentido de una situación que se considera fuera de control. Estudios realizados en Argentina en zonas urbanas concluyen que los miedos sociales llevan a los individuos a buscar refugio en grupos de una cohesión asfixiante, sin margen para la disidencia. Mientra que estudios sobre la cultura del miedo critican a los medios, a los políticos e incluso a los intelectuales por presentar de forma sensacionalista crímenes, enfermedades, drogas y otros problemas sociales que provocan fascinación y paranoia en la sociedad, algunos llegan a la conclusión de que el miedo es un recurso intencionalmente manipulado por motivos económicos, políticos o étnicos.
El miedo al crimen como campo de investigación puede llevarse a cabo a través de encuestas de victimización que incluya preguntas sobre el temor al delito y la percepción de la probabilidad de ser victimizado que puedan compararse internacionalmente y llegar a estimar el temor de distintos grupos y categorías sociales. Estudios estiman que el miedo puede incrementarse aun cuando el delito esté disminuyendo y, aquellos que a simple vista tienen menos riesgos de sufrir un delito, las mujeres y los ancianos, así, temor, riesgo, control y disciplinamiento se potenciarían recíprocamente. Por otra parte, en una sociedad democrática, el miedo al crimen instalado como problema público no favorece al poder público, sino que lo damnifica. Por lo que se trata de aceptar la existencia de procesos del sentimiento de inseguridad que incorporan las representaciones ligadas al delito dentro de una trama de sentido mayor.
El sentimiento de inseguridad incluye emociones suscitadas al delito como la ira, la indignación o la impotencia y las vincula con acciones individuales y colectivas. Las emociones se conciben, por tanto, como parte de una representación del mundo social y se rechaza la oposición clásica entre razón y emoción para pensarlas interrelacionadas. En relación con el delito, los modos específicos de caracterizarlo son proyecciones de las preocupaciones sociales más profundas de cada época. La oposición entre razón y emoción ha contribuido también a que cada una fuera considerada en forma excluyente, el miedo sería la causa de una determinada actitud, una variable independiente con capacidad para explicar el comportamiento. Hay cierto consenso social acerca de lo que es legítimamente temible, se comparte el juicio de que tales hechos o sujetos suponen algún peligro, aunque tales juicios son cambiantes y nadie duda de su aspecto sociocultural, de este modo, sentimientos como el de inseguridad se va construyendo y modificando mediante interacciones y negociaciones interpersonales. Y si bien, el miedo es culturalmente compartido no equivale a afirmar que sea homogéneo. El miedo al delito sería entonces un tipo particular de emoción y parte de la extensión del sentimiento de inseguridad se debe al incesante trabajo de decodificar, en la vida cotidiana, signos que permitan diferenciar lo amenazante de lo seguro.

A través de esta lectura podemos darnos una idea de cómo se puede estudiar el miedo, primeramente intenté ordenar las ideas centrales del texto, no siguiendo el orden que originalmente planteó el autor, esto con la intensión, primeramente, de tratar de definir lo que es el miedo. Así, el miedo se puede determinar desde una concepción etiológica, psicoanalítica o sociológica. El conocer como ha sido el proceso de transformación de a lo que le tememos, nos da muestra también de los cambios socioculturales, tecnológicos, políticos y económicos de la humanidad y nos es importante para identificar su estudio dependiendo del contexto en el que se este estudiando. Y aunque el sentimiento del miedo es individual, al ser una cuestión social, todos los determinantes sociales deben analizarse para su estudio, de igual manera, no se debe menospreciar ni dejar de lado la cultura en donde el miedo está presente.

Debo de confesar que esta lectura aunque muy interesante implica tener que leerla con detenimiento y haciendo pausas para poder digerir lo que se plantea en cada párrafo, es, en parte la razón por la que la entrego a destiempo, pude relacionar gran parte del contenido con sucesos de la cotidianidad, por ejemplo, cuando se plantea que el miedo es usado como medio político de dominación, y ahí están casos que van desde el chupacabras, la "epidemia" del AH1N1 que alertó a la población de México en el 2009, hasta las alertas de viajar a Acapulco por miedo a la inseguridad,entre otras. Así mismo los cambios sociales que trajo consigo la modernidad y el modo de producción y su impacto en las relaciones sociales. Y finalmente, en la actualidad cuales son las características que presenta el miedo como un sentimiento social.          

Punitivismo: Tasas de encarcelamiento
Azuzar: Irritar, estimular

viernes, 20 de noviembre de 2015

LORENA WOLFFER en Casa Libertad


El pasado martes 2 de noviembre nos acompañó la artista y activista Lorena Wolffer para hablarnos de su trabajo, principalmente de su más reciente exposición llamada: "Expuestas: registros públicos". Lorena desde hace más de veinte años relaciona el arte con cuestiones de violencia, en sus obras se reflejan cuestiones que tienen que ver con la construcción del género y principalmente reflejan la violencia hacia la mujer.

El primer acercamiento del grupo con Lorena fue gracias a una iniciativa del compañero de clase Gerardo Altamirano quien a través de un correo estableció contacto, ella se interesó en los núcleos que abordamos en el curso de Psicología Social y desde un inició se mostró accesible y dispuesta a compartir un espacio y un tiempo para reflexionar cuestiones que tienen que ver con la sociedad de la que somos parte.

Días previos se realizó en el laboratorio de cómputo una semblanza que desarrollo Isabel de una forma muy específica, a la par se redacto una carta de bienvenida para nuestra invitada y, aunque todos aportamos un poquito, fue Julieta Santos quien hizo un excelente escrito que Lorena pidió llevárselo, en cuanto a la cuestión de logítica, todo los integrantes de grupo participaron en mayor o menor medida.

La conferencia inició con la semblanza, seguida de la carta de bienvenida para dar voz a nuestra invitada, ella comenzó hablando de algunos performans e intervenciones que ha venido realizando en distintos estados de la República como preámbulo para platicarnos acerca de su más resiente exposición llamada Expuestas: registros públicos. Se hablo de la normalización de la violencia  por lo cual no somos capaces en muchas ocaciones prmitimos.Acerca de este trabajo comentó que fue parte de la sanación de mujeres que habitaron en un refugio temporal como víctimas de violencia doméstica, el proyecto se fue extendiendo dándole voz a más de cien mujeres como una forma de sanación. Durante la charla con la artista pensaba en aquellas maneras de violentar a una mujer, mientras recorría episodios de mi vida en que fui violentada de una manera sutil y casi imperceptible.

Esta visita vino a complementar todo lo que hemos aprendido teóricamente a través de las lecturas. Lorena hablo de diferentes tipos de violencia hacia la mujer y en lo particular me deja un buen sabor de boca pues como equipo logramos una buena organización, además de que por primera vez participe en un proyecto que no fue propuesto por el profesor de turno, sino que fue iniciativa de un compañero de clase guiado por el profesor y acompañado por los demás del grupo. Y en lo académico me dió un poco de luz para llevar a cabo proyectos de intervención que causaran un cambio o transformación en la manera de pensar tanto de hombre como de mujeres y que sin duda tienen que ver con la Promoción de la Salud.

sábado, 7 de noviembre de 2015

LORENA WOLFFER
EXPUESTAS: REGISTROS PÚBLICOS
MUSEO DE ARTE MODERNO

Expuestas: Registros Públicos es una exposición de la artista plástica y activista Lorena Wolffer, quien desde hace más de 20 años trabaja desde el arte cuestiones que enuncian la “fabricación cultural del género y tenazmente defiende los derechos, la agencia y las voces de las mujeres”. En este sentido, la obra presentada en el Museo de Arte Contemporáneo reúne una serie de objetos que representan de una forma física la violencia ejercida hacia mujeres, algunas con nombre, otras anónimas, asimismo está publicado el registro del significado del objeto. Estos objetos son en algunos casos reales y en otros simbólicos.
Desde la entrada al museo se percibe una vibra pesada, gente que se siente incómoda, algunos leen, otros observan y vuelcan la mirada a la nada, la mayoría lo hace en solitario. Recorro la sala con la vista, en las paredes hay carteles con cifras que dan muestra de la violencia en México, en el centro una mesa con arcilla y puedo ver más de 100 objetos expuestos en vitrinas, todos distintos, seguramente de mujeres distintas con vidas distintas y con algo en común: son mujeres que han padecido violencia. Me llama la atención una vajilla incompleta, son impresionantes los cuchillos sobre el espejo, los recibos de luz y de teléfono, el envase de una caguama, un enchinador de pestañas, un dildo, una cadena de perro, dos almohadas, un traje de baño, en fin…. Me acerque a una de las encargadas del lugar y le solicite la carpeta que contenía las evidencias. Empecé a leer testimonios de violencia, todos hacia mujeres, en primera persona, algunos desgarrantes, que me hicieron sentir dolor e incredulidad en tanto que no puedo creer que un ser humano pueda violentar a otro ser humano de esas maneras y menos si es su pareja[1], en otro reflexión como la violencia simbólica de la que somos presa[2], otro testimonio más reflejaba dolor y coraje, ella fue víctima de un fraude por su pareja[3], otro más la violencia sexual[4]. Uno más denunciaba a su marido quien trabajaba con mujeres que han sido víctimas de violencia pero en su casa la ejercía.
¿Qué me dejo esta visita? Una sensación agridulce, escuchar los testimonios en primer persona es fuerte, pero me deja un soplo de esperanza al saber que hay quien trabaja en pro de la recuperación de estas mujeres directamente, que a través del arte se puede hacer un trabajo de intervención que puede transformar el pensamiento de la sociedad; a su vez, a través de estas Expuestas se hace evidente lo que hemos normalizado: la violencia. Que hay diferentes tipos de violencia que debemos detectar para no caer en otras.
He comentado de esta exposición con compañeras de otras clases y he escuchado la pregunta ¿a poco eso también es violencia?, por lo que creo que es importante tocar estos temas entre estudiantes universitarios quienes vamos a trabajar directamente con personas que quizá tampoco sepan que son víctimas de violencia de género producto de esas relaciones de poder que conforman nuestra cultura y que tenemos que cambiar.





[1] Cuchillos, una estudiante de la UNAM es acuchillada por su novio, también estudiante.
[2] Enchinador de pestañas, es que una mujer tiene que llegar como tiene que llegar, no importa si tiene que hacer circo, maroma y teatro para maquillarse en el metro.
[3] Recibos de luz y teléfono, su pareja la dejo con la casa vacía y los recibos por pagar, después de que ella mantuvo el hogar por dos años pues el ahorraba para dar el enganche para un departamento.
[4] Almohada: él la ponía entre nosotros cuando no quería tener relaciones

jueves, 29 de octubre de 2015

¿Cómo culturizamos el miedo?


Somos sujetos que nos construimos a partir de las relaciones con los otros, todo lo que pensamos, sentimos e imaginamos son producto del hacer y reproducir cultura. Las prácticas culturales están inscritas en los programas de televisión, en la literatura, en los carteles, en los murales, en lo que escuchamos, vemos y hablamos, y es que como no crear una cultura del miedo cuando nos arrullan con canciones que más que provocar sueño provocan miedo, en el caso de las mujeres son más los miedos con los que se nos educa en ese afán de protección, miedo a salir de noche, a estar a solas con alguien, a aceptar algo de extraños, miedo a ser uno mismo. Estamos expuestos a imágenes de guerra en los noticiarios televisivos y radiofónicos, en los periódicos, en las pláticas con el vecino, en la invasión militar y policíaca de la que somos víctimas, lo que nos hacen desconfiar de todos, tomar nuestras precauciones, de cuidar nuestras pertenencias, a nuestros seres queridos y nuestra propia vida, es decir se crea una forma de control sobre nosotros a partir del miedo que a su vez provoca un sentimiento de indiferencia ante hechos que nos debieran de conmocionar e indignar debido a la sobre-exposición de símbolos de violencia. Una vez que somos conquistados por el miedo, ese sentimiento que recorre nuestros cuerpos y que nos paraliza por dentro, que nos confunde, se fragmenta nuestra relación con el resto, es decir, se rompe el tejido social acompañado por una violencia real y simbólica de la que somos presa.
El miedo a su vez causa desapego a nuestra tierra, a nuestros vecinos, a nuestra comunidad, ocasiona que nos aislemos de los demás, que sea evidente esa ruptura social. La incertidumbre, inseguridad y desesperanza causada por el miedo que antes teníamos al futuro ahora la tenemos y expresamos en el presente o peor aún nos la guardamos.

Este medio de control social a partir de la propaganda del miedo ha causado que nos vacunemos contra sucesos o hechos violentos es decir que nos muéstremos indiferentes con lo que le pase al de al lado, una vez a prendido e interiorizado el miedo, no como un medio de subsistir sino como una forma aprendida de relación con los demás lo transformamos en cultura.
El problema que atrae esta cultura del miedo es el sometimiento del hombre  mediante la privación del pensamiento independiente, convirtiéndose en una manipulación de instintos y emociones para alcanzar fines de dominación. 

martes, 13 de octubre de 2015

Traducciones incompletas

Fragmento de un testimonio

“Siempre las madres cómo que sufren más. Uno se hace fuerte, pero no, no es fuerte también. Uno trata que ellas no vean que estamos iguales, les da uno valor, pero no. Ella sufre mucho, mi esposa iba saliendo de la muerte de nuestro hijo hace 4 años. Se le andaba queriendo como olvidar, sucede esto y otra vez está sufriendo enfermedades, se ha puesto mala”. E33.

Poema
Me hago fuerte.
No soy fuerte.
Trato.
Estoy igual.
Doy valor.
No doy valor.

Reconocimiento del dolor

Reconozco el dolor del padre de aquel joven desaparecido, de su debilidad que trata de ocultar tras los estereotipos marcados por una sociedad que es la misma que le arrebata a su hijo, que le impone no mostrar el sufrimiento que lo acongoja y le exige mostrar valentía ante sucesos que le sobrepasan causando enfermedades, malestares que traspasan lo emocional para manifestarse en lo físico.

Cuando habla en tercer persona él intenta desvincularse de sus sentimientos, cuando habla del sentir del otro puede estar haciendo referencia a su propio sentir y es que los hombres han aprendido a callar lo que sienten.

Me identifico con aquel padre de un hijo que busca fortaleza donde no la hay, cuando se nos pide dar algo que ya no tenemos, cuando se nos pide aparentar algo que ya no somos, me identifico cuando hablo en tercera persona para desvincularme de aquellos sentimientos que me hacen vulnerable y es que como dijera mi suegra: "una madre no tiene tiempo de deprimirse".

Recuerdo la mañana que por primera vez vi la noticia de la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapan, un escalofrío recorrió mi ser, imágenes del 68 me vinieron a la mente. Otra vez. En ese canal el hecho no trascendió. Busqué en otros canales de televisión algo al respecto y nada. Indignación. Como madre no espero sentir el dolor de perder un hijo. A un año, las desapariciones y muertes, el dolor que causan no son de los otros, son de todos, de cada uno y una de nosotras que no debemos permitir que se pierdan en cifras ni esperar que le importe a alguien más si no es a nosotros.

Primer encuentro con el dolor a partir de un testimonio

Es la primera vez que trabajamos con los testimonios de familiares de los estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapan y, si de por sí leer un testimonio de un hecho doloroso causa un impacto, tomar de ellos los verbos en primera persona para dar énfasis a la voz de quien narra e intentar crear un poema, es aún más impactante. Se oye su sentir, sus esperanzas y desesperanzas, sus deseos, anhelos, algunos de sus hábitos, sus miedos, su dolor...
Para mi me es imposible no identificarme con todos y cada uno de los que escuchamos, por que ellos hablan de lo que sienten a partir de la desaparición de un ser querido y cuántos seres queridos no tenemos a nuestro alrededor?
Un compañero leía "...¿cómo puedo perder a un hijo de esta forma?" y es que no hay una buena forma de perder a un hijo, pero hacerlo a manos de una situación de violencia es algo que uno no se puede explicar. 
En esta sesión pudimos identificar el dolor de aquellos que no conocemos físicamente pero con quienes somo empáticos en su dolor. Tratamos a su vez de analizar lo que hay atrás de su palabras para poder escribir un poema a través de este reconocimiento del dolor.