Fragmento de un testimonio
“Siempre las madres cómo que sufren más. Uno
se hace fuerte, pero no, no es fuerte también. Uno trata que ellas no vean que
estamos iguales, les da uno valor, pero no. Ella sufre mucho, mi esposa iba
saliendo de la muerte de nuestro hijo hace 4 años. Se le andaba queriendo como
olvidar, sucede esto y otra vez está sufriendo enfermedades, se ha puesto mala”.
E33.
Poema
Me hago fuerte.
No soy fuerte.
No soy fuerte.
Trato.
Estoy igual.
Doy valor.
No doy valor.
Doy valor.
No doy valor.
Reconocimiento del dolor
Reconozco el dolor del padre de
aquel joven desaparecido, de su debilidad que trata de ocultar tras los
estereotipos marcados por una sociedad que es la misma que le arrebata a su
hijo, que le impone no mostrar el sufrimiento que lo acongoja y le exige
mostrar valentía ante sucesos que le sobrepasan causando enfermedades,
malestares que traspasan lo emocional para manifestarse en lo físico.
Cuando habla en tercer persona él
intenta desvincularse de sus sentimientos, cuando habla del sentir del otro puede estar haciendo referencia a su propio sentir y es que los hombres han aprendido a callar
lo que sienten.
Me identifico con aquel padre de un hijo que busca fortaleza donde no la hay, cuando se nos pide dar algo que ya no tenemos, cuando se nos pide aparentar algo que ya no somos, me identifico cuando hablo en tercera persona para desvincularme de aquellos sentimientos que me hacen vulnerable y es que como dijera mi suegra: "una madre no tiene tiempo de deprimirse".
Recuerdo la mañana que por primera vez vi la noticia de la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapan, un escalofrío recorrió mi ser, imágenes del 68 me vinieron a la mente. Otra vez. En ese canal el hecho no trascendió. Busqué en otros canales de televisión algo al respecto y nada. Indignación. Como madre no espero sentir el dolor de perder un hijo. A un año, las desapariciones y muertes, el dolor que causan no son de los otros, son de todos, de cada uno y una de nosotras que no debemos permitir que se pierdan en cifras ni esperar que le importe a alguien más si no es a nosotros.
Me identifico con aquel padre de un hijo que busca fortaleza donde no la hay, cuando se nos pide dar algo que ya no tenemos, cuando se nos pide aparentar algo que ya no somos, me identifico cuando hablo en tercera persona para desvincularme de aquellos sentimientos que me hacen vulnerable y es que como dijera mi suegra: "una madre no tiene tiempo de deprimirse".
Recuerdo la mañana que por primera vez vi la noticia de la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapan, un escalofrío recorrió mi ser, imágenes del 68 me vinieron a la mente. Otra vez. En ese canal el hecho no trascendió. Busqué en otros canales de televisión algo al respecto y nada. Indignación. Como madre no espero sentir el dolor de perder un hijo. A un año, las desapariciones y muertes, el dolor que causan no son de los otros, son de todos, de cada uno y una de nosotras que no debemos permitir que se pierdan en cifras ni esperar que le importe a alguien más si no es a nosotros.
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