Somos
sujetos que nos construimos a partir de las relaciones con los otros, todo lo
que pensamos, sentimos e imaginamos son producto del hacer y reproducir cultura.
Las prácticas culturales están inscritas en los programas de televisión, en la
literatura, en los carteles, en los murales, en lo que escuchamos, vemos y
hablamos, y es que como no crear una cultura del miedo cuando nos arrullan
con canciones que más que provocar sueño provocan miedo, en el caso de las
mujeres son más los miedos con los que se nos educa en ese afán de protección,
miedo a salir de noche, a estar a solas con alguien, a aceptar algo de
extraños, miedo a ser uno mismo. Estamos expuestos a imágenes de guerra en los
noticiarios televisivos y radiofónicos, en los periódicos, en las pláticas con
el vecino, en la invasión militar y policíaca de la que somos víctimas, lo que nos
hacen desconfiar de todos, tomar nuestras precauciones, de cuidar nuestras
pertenencias, a nuestros seres queridos y nuestra propia vida, es decir se crea
una forma de control sobre nosotros a partir del miedo que a su vez provoca un
sentimiento de indiferencia ante hechos que nos debieran de conmocionar e
indignar debido a la sobre-exposición de símbolos de violencia. Una vez que
somos conquistados por el miedo, ese sentimiento que recorre nuestros cuerpos y
que nos paraliza por dentro, que nos confunde, se fragmenta nuestra relación
con el resto, es decir, se rompe el tejido social acompañado por una violencia
real y simbólica de la que somos presa.
El miedo
a su vez causa desapego a nuestra tierra, a nuestros vecinos, a nuestra
comunidad, ocasiona que nos aislemos de los demás, que sea evidente esa ruptura
social. La incertidumbre, inseguridad y desesperanza causada por el miedo que
antes teníamos al futuro ahora la tenemos y expresamos en el presente o peor
aún nos la guardamos.
Este medio
de control social a partir de la propaganda del miedo ha causado que nos
vacunemos contra sucesos o hechos violentos es decir que nos muéstremos
indiferentes con lo que le pase al de al lado, una vez a prendido e
interiorizado el miedo, no como un medio de subsistir sino como una forma
aprendida de relación con los demás lo transformamos en cultura.
El problema que atrae esta cultura del miedo es el sometimiento del hombre mediante la privación del pensamiento independiente, convirtiéndose en una manipulación de instintos y emociones para alcanzar fines de dominación.
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